jueves, 21 de marzo de 2013

El cerebro y las decisiones políticas

En “Vendiendo prosperidad”, Paul Krugman (Premio Nobel de Economía en 2008)  se pregunta cómo es posible que dos políticos (se refiere a Reagan y Thatcher) cuyos programas, ya de entrada, favorecían solo a los ricos, fueran elegidos por mayoría.
De la misma manera podemos hacer extensiva la pregunta a lo que está pasando en Europa, donde partidos de derecha, con una ideología neoliberal, causante de la desastrosa situación económica y social en la que nos encontramos, aplicando políticas de escandalosa protección fiscal a los ricos y drásticos recortes sociales a los pobres, sigan contando con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, incluidos los directamente perjudicados por dichas políticas.
Casos paradigmáticos de este comportamiento “ilógico” del electorado lo tenemos en las recientes elecciones italianas donde Berlusconi, imputado por prostitución de menores, abuso de poder y corrupción, entre otras muchas causas, ha estado a punto de alcanzar la mayoría, o en Grecia donde el partido Nueva Democracia que ha llevado el país al desastre en que se encuentra y envuelto en casos de corrupción vuelve a ganar las elecciones.
Para muchos la explicación está en la simplicidad de la formula neoliberal que hace del Estado el enemigo y pone al Mercado como la solución a los problemas. Junto a ello el enmascaramiento del empobrecimiento del mundo del trabajo mediante la posibilidad de endeudarse y el estado de impotencia y confusión en que se encuentran las fuerzas progresistas para ofrecer una alternativa convincente.
La economista Loretta Napoleoni, en su excelente libro “Maonomics”, nos dice que la posibilidad de endeudarse camufló temporalmente los problemas económicos de Occidente, ésto junto a la venta del patrimonio del Estado y los acontecimientos de la caída del muro de Berlín dieron un balón de oxigeno al agonizante sistema capitalista.
Aunque estas explicaciones sean correctas, a mi entender se quedan cortas, pues nos hablan del entorno, o sea las circunstancias, y como decíamos en un artículo anterior, volviendo a la máxima orteguiana “yo soy yo y mis circunstancias” hemos de tener en cuenta el “yo” y para ello necesitamos hurgar en los mecanismos que intervienen en nuestro cerebro en la toma de decisiones, para lo cual podemos apoyarnos en algunos interesantes experimentos realizados al respecto.
Un dato que ponen de manifiesto los estudios científicos es la persistente “afinidad partidista” y lo poco que influyen los acontecimientos históricos a la hora de votar a los candidatos.La afinidad es más poderosa que los hechos que se producen.
Drew Western, psicólogo de la Universidad de Emory, obtuvo neuroimagenes de votantes corrientes con fuertes afinidades partidistas durante el periodo previo a las elecciones norteamericanas del 2004. Les mostró declaraciones claramente contradictorias de los candidatos republicano y demócrata, y tras la exposición a las incoherencias políticas por parte de ambos candidatos se les pedía que puntuasen del 1 al 4 el nivel de contradicción que apreciaban. Tal como se esperaba las reacciones de los votantes estaban en consonancia con su filiación política. De manera que a los demócratas les parecían altamente incoherentes las declaraciones de Bush, y en consecuencia las puntuaban con un 4 y en cambio les parecían menos preocupantes las de John Kerry.  A los republicanos les ocurría exactamente lo mismo, perdonaban las meteduras de pata de Bush, pero les resultaban escandalosamente incongruentes las afirmaciones de Kerry.
Pero ¿qué observó Western en el cerebro de estas personas mediante la Resonancia Magnética, técnica utilizada para estudiar la actividad cerebral?
Tras haber sido expuesto a las incongruencias del candidato, el incondicional al partido (fuera el que fuese éste) recurría a regiones cerebrales, como la corteza prefrontal, encargadas de controlar reacciones emocionales a través de la razón.
Y ¿qué hacia la corteza prefrontal?
Western se dio cuenta que los sujetos no estaban utilizando sus facultades de razonamiento para analizar los hechos, sino que se valían de la razón para preservar sus preferencias partidarias. Ponían en marcha su capacidad de razonar hasta que los individuos conseguían interpretaciones favorables de los datos con las que excusaban alegremente las contradicciones de su candidato. En ese momento se activaban los circuitos cerebrales de recompensa, experimentando una ráfaga de emoción placentera. En otras palabras, mediante el autoengaño, a través de la racionalización, conseguían sentirse bien, reforzando su fidelidad al partido.
“En lo esencial, dice Western, es como si los seguidores de un partido hicieran girar el caleidoscopio cognitivo hasta llegar a las conclusiones buscadas, y con la eliminación de los estados emocionales negativos y la activación de los positivos se sienten reforzadísimos”.
Este proceso defectuoso de pensamiento desempeña un papel clave en la formación de opiniones del electorado. Los votantes partidistas están convencidos de ser racionales, los irracionales son los contrarios, pero en realidad todos somos racionalizadores.
El vínculo con el grupo o partido es emocional y lo reforzamos mediante la racionalización.
En otro estudio realizado por Larry Bartels, se llegó a la conclusión de que saber mas de política no elimina la parcialidad partidista, ya que los votantes tienden a asimilar sólo los hechos que confirman aquello en lo que ya creen. Si una información no se ajusta a los temas del debate, se pasa oportunamente por alto.
Según Bartels: “Los votantes creen que están pensando, pero lo que están haciendo realmente es inventar o ignorar hechos para poder racionalizar y consecuentemente explicarse a ellos mismos y a los demás, decisiones que ya han tomado”.
En cuanto uno se identifica con un partido político, moldea el mundo para que se adapte a su ideología, convirtiendo la corteza prefrontal en un filtro de información, un sistema para impedir la entrada de puntos de vista inconvenientes. Todos acallamos "la disonancia cognitiva" mediante "la ignorancia autoimpuesta" o la "ceguera voluntaria".
En España tenemos el caso Gürtel en el que políticos del Partido Popular implicados en el mismo son reelegidos por los ciudadanos o los ERE de Andalucía y la implicación del Partido Socialista.
En 1984, un psicólogo de la Universidad de California llamado Philip Tetlock inició una serie de estudios para averiguar el grado de fiabilidad o certeza que tenían los analistas políticos en sus predicciones. Los resultados fueron demoledores: “Todos se equivocaron”. Siguió las predicciones de 284 analistas que se ganaban la vida haciéndolas sobre los acontecimientos políticos futuros, similares a los tertulianos “expertos” que inundan nuestras televisiones en la actualidad, y de 82.361 predicciones diferentes con que contaba al final del estudio, los expertos seleccionaron la respuesta correcta en menos del 33% de las veces.
En conclusión, cualquier método que hubiese elegido la respuesta al azar, como una paloma picoteando sobre las respuestas posibles, habría obtenido mejores resultados. Tetlock observó que los expertos mas famosos incluidos en su estudio eran los que más se equivocaban, llegando a la conclusión de que el prestigio era un impedimento. Las causas de estos malos resultados en las predicciones, según Tetlock, era el error de “certeza”, que inducía a los “peritos” a imponer erróneamente una solución de arriba abajo en sus procesos de toma de decisiones.Tergiversaban los veredictos de su cerebro emocional, y hacían una cuidadosa selección de los sentimientos a los que querían atenerse. En vez de confiar en sus reacciones instintivas encontraban el modo de no tener en cuenta las ideas que contradecían su ideología.
Los expertos fiables son aquellos que están dispuestos a exponer sus opiniones en “un formato verificable” para poder “controlar continuamente su actuación pronosticadora”. Todo lo contrario de lo que observamos diariamente por parte de nuestros gobernantes y sus asesores que nos pronostican, sin aclarar en base a qué, el aumento del crecimiento para no se sabe bien que trimestre de que año, la reducción del déficit, la deuda o el desempleo. Actuando como auténticos farsantes.
Si aplicamos estas ideas a nuestra actualidad política comprobamos cómo a pesar de que los hechos muestran de manera irrefutable el error de las políticas económicas de nuestro gobierno, aumento del desempleo y de la deuda a pesar de los drásticos recortes que se les está aplicando a la población. Nuestros gobernantes siguen empecinados en que están haciendo lo correcto, pues responde a las pautas que su sistema de “creencias” económico prescribe y que se ve reforzado por el apoyo de los dirigentes europeos que participan de las mismas creencias. No importa que los hechos muestren una tras otra lo equivocados que están, pues se aferran a su sistema de creencias y las soluciones de arriba abajo que les garantiza la “certeza” en sus políticas.
No encuentro mejor manera de terminar este escrito que con las palabras del gran activista e historiador americano Howard Zinn, fallecido en 2010
“Allí donde se han hecho progresos, en cualquier lugar donde una forma de injusticia ha sido reparada, ha sido porque las personas han actuado como ciudadanos y no como políticos. No se limitaron a quejarse. Trabajaron, actuaron, se organizaron y si fue necesario se sublevaron para llamar la atención de la gente en el poder sobre su situación. Y eso es lo que debemos hacer hoy…
Lo queremos todo. Queremos un mundo en paz. Queremos un mundo igualitario. No queremos la guerra. No queremos el capitalismo. Queremos una sociedad decente.”


Ahí está nuestra esperanza, en los ciudadanos a través de los movimientos sociales luchando por una sociedad justa, solidaria y democrática.

7 comentarios:

  1. Ofú, Antonio. Esta vez te has pasado de intensidad. Habrá sido la gripe reciente. Me siento recompensado al comprobar que la teoría de la autojustificación tenga una base científica y orgánica. Todos los corruptos pillados en harina confiesan ante los medios tener su conciencia muy tranquila. Quizás resida la conciencia en el área prefrontal.

    Un abrazo.

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  2. Amigo José Mª, la autojustificacion tiene mucho que ver con el funcionamiento del "módulo interprete" de Gazzaniga del que hablaremos en otro momento.
    Por cierto la gripe me ha dejado "destrozao", herpes incluido.
    Un abrazo

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  3. Antonio:
    Te felicito. Creo que este artículo tuyo es clarificador.
    Deberíamos ser capaces de liberarnos de este principal tirano que es nuestro propio autoconvencimiento.
    La reflexión crítica de nuestros dogmas, el recocimiento de su componente emocional, la puesta en común de argumentos contrarios sin prejuicios y la implicación en la modificación de nuestro entorno, son - a mi juicio - las claves para salir de esta crisis de mediocridad.
    Un abrazo
    Félix Igea

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  4. Hola Antonio. Siento que la gripe te tenga destrozado el cuerpo herpes incluido, sin embargo, tu discurso sigue tan lúcido y tu escritura tan clara y elegante como siempre.
    Esto del autoengaño, yo creo, es la "paranoia crónica profunda" en la que nada nuestra sociedad. Una sociedad, como hemos hablado muchas veces, que tanto se ejercita diariamente en consentir e incluso en practicar la mentira, indefectiblemente acabará creyéndose sus propias mentiras para poder eludir el peso del remordimiento.
    Me parece muy ilustrativo tu artículo para poder entender la obcecación de este electorado que reiteradamente vuelve a votar a quienes nos han traído hasta aquí.
    Que te mejores, un abrazo, Fernando.

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  5. Hola Antonio. Interesante artículo. Una visión esclarecedora al por qué, aún viendo los desastres a los que nos llevan determinados partidos que encabezan las listas electorales, los ciudadanos y ciudadanas siguen eligiéndolos.
    Yo enlazo con la cita de Howard Zinn. Pienso que los votantes cuando deciden "obedecen" y se creen cual devotos seguidores de sectas lo que los "líderes" políticos les cuentan por los medios de comunicación de masas que los mercados pagan para que digan lo que quieren que digan, así los electores elegirán lo que tienen que elegir y el sistema funcionará de acuerdo con los intereses del dinero, no de la sociedad y así nos va. De esta forma es imposible que exista masa crítica.
    En fin, que los ciudadanos y ciudadanas de a pié que no indagan y sólo se limitan a ver lo que les cuentan por televisión, no tienen opciones. De sobra conocemos quiénes dirigen los medios de masas y a qué intereses sirven. Me parece que ahí está la clave independientemente de lo que haga la corteza prefrontal del cerebro, que por lo visto también hace de las suyas.
    Un saludo.
    Rocío

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  6. Enhorabuena me ha gustado mucho tu artículo, creo que es muy oportuno. En el momento actual sigue habiendo una gran dosis de "fidelidad" más que lealtad a principios y valores universales

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  7. Una genialidad Antonio: Ciencia, Ética y Política. Enhorabuena.
    Casimiro Jesús

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